Quiero compartir con tod@s vosotr@s un texto que hace unos días una compañera Zen, Rita Hidalgo, tuvo a bien compartir en nuestra última reunión grupal de meditación.
Espero y deseo, de todo corazón, que os guste tanto como a nosotr@s.
"Mi percepción a medida que envejezco es que no hay años malos. Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos. Por eso, no debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje.
Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla depende de nosotros, el cómo enganchamos con las cosas que no queremos, depende sólo del cultivo de la voluntad. Si no me gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las estrategias para cambiarla, pero está en mi voluntad el poder hacerlo. “Ser feliz es una decisión”, no nos olvidemos de eso. Entonces, con estos criterios me preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año porque todos estamos en el camino de aprender todos los días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas: -a aprender a amar -a dejar huella -a ser felices.
Espero y deseo, de todo corazón, que os guste tanto como a nosotr@s.
-------------------------------------------------------------
"Mi percepción a medida que envejezco es que no hay años malos. Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos. Por eso, no debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje.
Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla depende de nosotros, el cómo enganchamos con las cosas que no queremos, depende sólo del cultivo de la voluntad. Si no me gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las estrategias para cambiarla, pero está en mi voluntad el poder hacerlo. “Ser feliz es una decisión”, no nos olvidemos de eso. Entonces, con estos criterios me preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año porque todos estamos en el camino de aprender todos los días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas: -a aprender a amar -a dejar huella -a ser felices.
En esas tres
cosas debiéramos trabajar todos los días, el tema es cómo y creo que hay tres
factores que ayudan en estos puntos:
-Aprender a
amar la responsabilidad como una instancia de crecimiento. El trabajo sea
remunerado o no, dignifica el alma y el espíritu y nos hace bien en nuestra
salud mental. Ahora el significado del cansancio es visto como algo negativo de
lo cual debemos deshacernos y no cómo el privilegio de estar cansados porque
eso significa que estamos entregando lo mejor de nosotros. A esta tierra
vinimos a cansarnos,.......
-Valorar la
libertad como una forma de vencerme a mí mismo y entender que ser libre no es
hacer lo que yo quiero. Quizás deberíamos ejercer nuestra libertad haciendo lo
que debemos con placer y decir que estamos felizmente agotados y así poder amar
más y mejor.
-El tercer y
último punto a cultivar es el desarrollo de la fuerza de voluntad, ese
maravilloso talento de poder esperar, de postergar gratificaciones inmediatas
en pos de cosas mejores. Hacernos cariño y tratarnos bien como país y como
familia, saludarnos en los ascensores, saludar a los guardias, a los choferes
de los micros, sonreír por lo menos una o varias veces al día. Querernos. Crear
calidez dentro de nuestras casas, hogares, y para eso tiene que haber olor a
comida, cojines aplastados y hasta manchados, cierto desorden que acuse que ahí
hay vida. Nuestras casas independientes de los recursos se están volviendo demasiado
perfectas que parece que nadie puede vivir adentro.
Tratemos de
crecer en lo espiritual, cualquiera sea la visión de ello. La trascendencia y
el darle sentido a lo que hacemos tiene que ver con la inteligencia espiritual.
Tratemos de dosificar la tecnología y demos paso a la conversación, a los
juegos “antiguos”, a los encuentros familiares, a los encuentros con amigos,
dentro de casa. Valoremos la intimidad, el calor y el amor dentro de nuestras
familias.
Si logramos
trabajar en estos puntos y yo me comprometo a intentarlo, habremos decretado
ser felices, lo cual no nos exime de los problemas, pero nos hace entender que
la única diferencia entre alguien feliz o no, no tiene que ver con los
problemas que tengamos sino que con la ACTITUD con la cual enfrentemos lo que
nos toca.
Dicen que las
alegrías, cuando se comparten, se agrandan. Y que en cambio, con las penas pasa
al revés. Se achican.
Tal vez lo
que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón. Y un corazón
dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor defendido
para que las penas no nos lastimen por dentro".
MAMERTO
MENAPACE monje benedictino.