lunes, 12 de agosto de 2013

2. El agotamiento es la base de la enfermedad.




En la entrada anterior mencionábamos las distintas formas de conseguir energía. Al mismo tiempo, y debido a que la vida es un movimiento constante de fuerzas, nuestro cuerpo gasta energía en el trabajo físico, en el ejercicio, el metabolismo general, en mantener constantes el calor y la temperatura del cuerpo, en el trabajo mental, en el trabajo de eliminación de las sustancias de desecho, en la relación con los demás…

El problema surge cuando debido a nuestra forma de vida antinatural gastamos más de lo que captamos, derrochamos nuestras fuerzas y con el paso del tiempo las reservas de energía se van debilitando, apareciendo el agotamiento y la enfermedad.

Una forma de vida antinatural favorece el gasto o más bien el derroche de mucha energía así como también el desequilibrio energético. El organismo necesita hacer frente y contrarrestar con mucha de su fuerza: una alimentación excesiva y de mala calidad, las sustancias tóxicas (café, alcohol, tabaco, otras drogas…), la contaminación de la tierra, del agua y del aire, las tensiones y desequilibrios emocionales y mentales, el excesivo e inadecuado trabajo, la represión social, las relaciones humanas egoístas basadas en el pequeño “yo” o ego como ombligo del Universo…

Del mismo modo que hay un derroche hay también un aporte insuficiente de energía: una alimentación basada en los alimentos refinados e industrializados, embutidos, conservas, sal, las carnes, los pescados; no aportan la misma vitalidad que la verdura, las raíces y las frutas frescas, los frutos secos, los cereales integrales, que durante los meses de maduración han captado la energía de la NATURALEZA: de la tierra, del agua, del aire y del sol. Más bien al contrario, los alimentos refinados e industrializados roban, en verdad, la energía propia del organismo.

Las frutas y las hortalizas, como alimentos vivos que son, captan la energía del sol, y bajo la acción de sus rayos ultravioleta combinan el gas carbónico (dióxido de carbono) del aire con el agua, con los minerales y demás elementos de la tierra, formando su propia estructura. Son una combinación de las fuerzas de los cuatro elementos: la tierra, el agua, el aire y el sol (fuego), son verdaderos concentrados de energía viva, “la quintaesencia” de la materia viva. Del mismo modo, el aire contaminado y la mal llamada “agua potable” de las ciudades no contienen la vitalidad del aire del campo y del agua almacenada en las frutas y verduras o proveniente de un cristalino manantial. La falta de ejercicio o de un trabajo creativo tampoco sirve de estímulo ni de aporte energético. No olvidemos que el ejercicio o el trabajo producen en un principio un gasto de energía pero que a su vez actúan como estímulos favorecedores del equilibrio de nuestro organismo y la recuperación de la salud. La vida es movimiento. La ausencia del pensamiento positivo y la falta de consciencia y de esperanza en la vida, el desequilibrio psíquico y emocional impiden que el ser humano se recargue con la suficiente energía mental para hacer frente a los problemas de la vida diaria.

Cuando obtenemos una insuficiente cantidad de energía y además la derrochamos en exceso a causa de diversos factores debilitantes, aparece el AGOTAMIENTO. El agotamiento es el punto central de la enfermedad y de hecho la mayoría de las enfermedades se manifiestan acompañadas de sus síntomas: cansancio, debilidad…


Fuente: http://luz-kaliha.blogspot.com.es. Lorena Rodríguez Fernández.